Kayla Green no ve demasiado a su madre, Francine, desde que esta volvió a casarse para formar otra familia. Aun así, está deseando emanciparse emocionalmente de ella y, de paso, del negocio familiar de compraventa y restauración en el que aún participa. Quiere empezar por su cuenta, darle otro toque y, por qué no, desligarse del todo de su madre y su hermana postiza Winter.
Antes de que pueda hacer realidad sus planes, su progenitora la mete en un buen lío. Con unas copas de más encima, participa en una subasta y adquiere un lugar: Santa Claus, un pueblo fantasma de Arizona.
Y aunque Francine le ve potencial, no está dispuesta a ocuparse del tema ella misma, por lo que decide tomarse unas vacaciones mientras cede a sus hijas la responsabilidad de ponerlo a punto. Cuando ambas llegan allí, sienten que todo se desmorona a su alrededor. Es un lugar deshabitado, el rancho está en muy mal estado, hay animales salvajes sueltos y no saben cómo conseguir ayuda, además de que la relación entre ellas es un desastre.
Al menos hasta que encuentran a Logan, un vaquero reciclado en mecánico que está deseando volver a trabajar en lo que más ama.
Un sitio abandonado, calor, polvo, motos, cowboys… y besos.
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