Bárbara le comunica a su jefe que en un mes deja su trabajo de ortodoncista porque se muda a Perth, Australia, donde va a casarse con Alex.
Desde ese instante, Gustavo, su jefe, sabe que tiene exactamente treinta días de plazo para evitar que Bárbara se case.
Y no porque la necesite como el aire en su clínica dental de Madrid, que también, sino porque la noticia de la boda hace que se percate de algo que siempre se ha negado a reconocer.
Gustavo ama a Bárbara…
Le ha costado un poco pillarlo, así como unos cuatro años, pero por fin lo tiene clarísimo y está dispuesto a todo para evitar que Bárbara se case, desde lo más humillante hasta lo más ridículo.
Bárbara estuvo enamorada de su jefe, pero ya solo quiere poner tierra de por medio.
Y no se va sola porque Laura, la higienista, también ha pedido la baja voluntaria.
En el caso de Laura el problema se llama Rufus, un camarero con el que pasó cuatro días de amor loco en Belfast, y que se ha plantado en Madrid con la intención de empezar una nueva vida junto a ella.
A Laura le gusta Rufus, si bien como es más de no terminar lo que empieza y adora todo lo que acaba mal: le falta tiempo para comprarse otro billete para Australia.
¿Lograrán el doctor y Rufus que las chicas no se suban al avión?
El amor tiene la respuesta…
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